jueves, 12 de febrero de 2015

LA HORA DECISIVA NO ESTÁ LEJANA - “Confidencias de Jesús a un Sacerdote” – Mons. Ottavio Michelini

5 de Mayo de 1977
LA HORA DECISIVA NO ESTÁ LEJANA
Escribe, hijo mío:
Soy Yo, tu Jesús, que te hablo. Ya te he dicho algo acerca de Mi Iglesia regenerada, pero no es todo; ahora escucha: Todos advierten actualmente que la situación de los pueblos y de mi Iglesia esta saturada de contradicciones, e impregnada de una peligrosa electricidad; todos pueden ver y constatar que unas nubes oscuras se condensan amenazadoras en el cielo; todos por una misteriosa y providencial intuición, se esperan acontecimientos de tal gravedad como para cambiar el curso de la historia. En este clima de tensión entre los resplandores de los incendios que se inflaman por aquí y por allá, se mueven los hombres de gobierno, los hombres de la política, de la cultura. Entre intrigas y conjuras se agitan con los grandes del mundo no pocos hombres de iglesia, todos impotentes frente a los males de los que en parte son responsables.
Hijo mío, Yo, Dios, no quiero ningún mal, ni espiritual, moral, o físico; el mal es una imperfección y no puede ser de Dios.
El mal viene siempre del enemigo de Dios y de sus cómplices visibles e invisibles. Yo, Jesús, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, lo podría impedir, y no rara vez lo impido, pero lo permito con frecuencia por fines algunos de los cuales son conocidos por vosotros, y los otros fines actualmente de vosotros ignorados y que los conoceréis un día en la casa de Mi Padre. Por ahora No toca a vosotros conocer los secretos de Mi Padre, pero la hora decisiva para el mundo y para la Iglesia no está lejana.
La medida está colmada
El mundo y mi misma Iglesia han llegado a tal nivel de perversión moral y espiritual no tolerable ya por la divina Justicia. Esta justicia divina (ya en curso) se manifestará cada vez más, dejando a merced de sí mismos, mundo e iglesia, a los que, viniéndoles a faltar la asistencia divina, serán mayormente tiranizadas por las hordas oscuras y malvadas del infierno, que al no encontrar obstáculos de la Omnipotencia divina, desfogarán su sadismo, pérfido e inhumano, sobre todo y sobre todos; se multiplicarán los atentados a las iglesias, las profanaciones de personas y cosas sagradas; correrá sangre, sangre, sangre. He aquí, hijo mío, por qué ya hoy asistís a hechos tan graves, tan inhumanos, tan salvajes, por los que frecuentemente os preguntáis cómo es posible llegar a estos excesos.
Pasada esta hora que, como en otros mensajes se ha dicho, no encontrará comparación por su tremenda oscuridad en la historia del pasado, la Iglesia regenerada, actualmente ella también en formación, templada en la fe, en la esperanza y en el amor, es decir, en mi gracia, purificada por el sufrimiento, animada por la divina Palabra; iluminada, vivificada, santificada y fortificada por el Espíritu Santo, será verdaderamente un solo cuerpo, de la que la Cabeza reconocida, aceptada y amada seré Yo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, uno con el Padre y el Espíritu Santo, Sumo y Eterno Sacerdote y Rey universal; reinaré sobre la tierra para dar paz y serenidad a los pueblos y a Mi Iglesia que después de la purificación ocupará en el mundo el puesto y el lugar que le compete como madre y maestra de los pueblos.
La Iglesia no perecerá
Hijo, hijo mío, el Padre ha hecho buenas todas las cosas y los hombres en su perversidad han hecho Dios de todas las cosas, excepto de Dios. El hombre de esta generación impía y atea, repudiando a Dios, Alfa y Omega de todo y de todos, ha perdido el conocimiento de sí mismo, pobre criatura, extraviada, ronda en la oscuridad ignorando su dignidad humana y cristiana de Hijo de Dios.
Dios ha amado tanto a la humanidad que por ella ha dado a su Unigénito Hijo, máxima, suma e infinita expresión de amor. Pero ¿qué ha hecho el mundo del Hijo de Dios? ¿Qué ha hecho la Iglesia de su Cabeza Invisible y visible? ¿Qué han hecho de ello los Pastores, los sacerdotes, los cristianos? ¿Creen los hombres poder neciamente burlarse de Dios? Hijo, ¿hasta cuándo?
Iglesia nueva quiere decir Iglesia regenerada por la acción del Espíritu Santo, quiere decir iglesia liberada de las intrigas, de las ambiciones, de los egoísmos, de las divisiones que la despedazan y que la entregan en comida, a expensas de sus enemigos visibles e invisibles.
Iglesia renacida, regenerada quiere decir Iglesia unida, quiere decir pastores santos, sacerdotes santos y cristianos santos, unidos entre todos por el primer y máximo mandamiento del amor de Dios y del prójimo. Iglesia regenerada quiere decir bloque granítico que ninguna fuerza adversaria podrá hacer un rasguño, a cuyo vértice estaré Yo, Verbo Eterno de Dios, verdadero Dios y verdadero Hombre, presente hasta la consumación de los tiempos. No, hijo, la Iglesia con su Cabeza invisible y visible el Romano Pontífice, no perecerá.
Mi palabra, que es palabra de verdad y de vida, da testimonio, La Iglesia es Mi Cuerpo, Místico pero real, y como vuestro cuerpo se renueva expulsando de sí las células muertas e inactivas, así también Mi Cuerpo social expulsará de sí todas las células muertas (y ¡cuántas son!) para dejar puesto a células nuevas y vitales. Esta regeneración, oh hijo, está en acto, pero explotará bajo la acción prodigiosa del Espíritu vivificador, en el momento fijado en los eternos decretos de Dios.
Hijo mío, no temas, ámame; reza, repara y ofrécete. Te bendigo, hijo.
(“Confidencias de Jesús a un Sacerdote” – Mons. Ottavio Michelini)

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