viernes, 13 de noviembre de 2015

Del médico al psicólogo y psiquiatra, y del psicólogo y psiquiatra al teólogo místico.

Tomado del Libro: “Los Hechos de Ezquioga ante la Razón y la Fe”
Escrito por: Fr. Amado de Cristo Burguera y Serrano, O.F.M.

Capítulo V

CAPÍTULO V. Las ciencias fisiológico-patológicas en relación con los éxtasis y raptos de los videntes de Ezquioga. Médicos con fe y médicos sin fe. Del médico al psicólogo y psiquiatra y de esto al teólogo místico. Éxtasis místico sin dolor. Éxtasis místico con sufrimiento y dolor y sus causas y efectos. Nueve cuadros seudo patológicos. El caso admirable de Enriqueta Tomás. Los éxtasis y raptos místicos son, acaso: a) parálisis histéricas?; b) crisis nerviosas?; c) crisis convulsivas histéricas?; d) crisis epilépticas de carácter reflejo?; e) convulsiones generales de epilepsia esencial?; f) anestesia total o disociada?; g) parálisis traumática de los nervios y aparatos sensoriales?; h) fenómenos catalépticos?; i) el corazón?; j) síncope y la lipotimia?; k) el ojo; l) el tacto; m) pruebas experimentales: aplicaciones ígnea, lucífera, de simple roce, de punzamiento y psíquica; n) las taras; ñ) casos de neurosis, atavismo, radioactividad?; o) enfermedad desconocida?; p) contagio colectivo?; q) titiriteros, acróbatas, charlatanes?. Conclusiones.
Las ciencias fisiológico-patológicas en relación
con los éxtasis 
y raptos de los videntes de Ezquioga.
Los delgados hilos que, en el anterior capítulo, hemos dejado sin anudar son los pertinentes a las ciencias fisiológico patológicas. Mucho se ha querido hacer valer a estas ciencias, por la generalidad de los profesores suyos, para explicar los fenómenos extáticos, ocurridos en Ezquioga. Se quiere que se hallen dentro del campo de la observación y del tratamiento fisiológico médico. Se aguza el ingenio para explicarlos y acoplarlos a determinadas enfermedades, a base de que son accidentes, y como tales, deben figurar en la lista de las enfermedades que dichas ciencias preconizan. ¿Es verdad todo esto? Estudiemos la razón de semejantes afirmaciones, a fin de que estas ciencias no ofrezcan ninguna callejuela por donde escapar, sin que nosotros les salgamos al paso.
El éxtasis místico ¿es alguna afección patológica? ¿Hay alguna enfermedad orgánica de las que las ciencias fisiológico-médicas registran, que se mida y se compulse por los síntomas, el proceso y los efectos que arroja esta presunta afección?
En términos generales, todo accidente nervioso, sea del linaje que fuere, al determinar la pérdida, no de todos los sentidos ni de toda sensibilidad, acusa alteración del pulso, del corazón, del color y del movimiento; y cuando pasa el accidente, subsiste tal estado de pesadez, malestar, vértigo y pereza, que dura horas y hasta días. Y todos estos efectos no rezan en modo alguno con el éxtasis místico.
Dice Rssiter: “Todos los hombres que han estado enfermos y se han restablecido, desde Adán hasta el presente, han recobrado su salud por un poder divino. No existe otro poder curativo, ya se recobre la salud en un instante, ya en un mes; es siempre el mismo poder el que trabaja, a saber: el poder de la vida, y sólo existe una fuente de vida. El proceso curativo ha sido comprobado muchas veces con el microscopio en una rana viva. Pero más allá del alcance del microscopio y de la razón humana, el poder misterioso de la vida, que no puede verse ni comprenderse, actúa curando y fomentando la salud. Empero, aun la parte del proceso curativo que podemos ver, es cabalmente tan maravilloso y está tan por encima del poder comprensivo del hombre como lo fue la curación del leproso que acudió a Jesucristo”. —“Guia práctica de la salud. Tratado popular de anatomía, fisiología e higiene, por Federico M. Rossiter, licenciado en cirugía y doctor en medicina. 3ª edición castellana.— Sociedad internac. De Tratados. Barcelona, Apart. 492.— Tomo en 4º de 709 págs.”—.
Por encima de la drogas está la potencialidad de la naturaleza enferma actuando para curarse. Esto maravilla. Y, sin embargo, es esto tan usual y corriente, lo vemos tan a todas horas que no atribuimos la curación a la fuente de la vida, a la cuerda del reloj humano, sino al desenvolvimiento de las causas segundas obrando en la máquina corporal.
Para que sostengamos que Dios obra curando directamente, sobre todo en comprobación de algún caso particular, como ocurre v. gr. en Este de Ezquioga, queremos que la curación sea absolutamente sin drogas, sin ayuda humana, instantánea y no progresivamente; y, aún en este caso, exigimos dictamen de médicos que aseguren que es un caso inexplicable para la ciencia (cuando muchas veces se les pone en grave compromiso de dictaminar sobre lo que no alcanzan, pues no alcanzarán hasta donde llega ni la naturaleza, ni la ciencia, cuando menos el poder divino) testigos de enfermos, radiografías, experimentos con aparatos clínicos, etc.; y son algunos tan exigentes, llamémosles incrédulos, que aún piden más: piden que para reconocer completamente la doctrina que se preconiza, intervenga un prodigio, que llaman de primer orden, como la devolución de un miembro perdido.
Las gentes sin fe y las irreflexivas piden milagros, grandes milagros para creer, y desdichadamente, ignoran lo que piden. Se van tras lo maravilloso, cuando lo maravilloso les rodea, y por lo maravilloso penetrados están. Todos los días el cielo está obrando grandes milagros; ¿y no los ven?, ¿y no se dan cuenta?
A símile, todos los días, la Santísima Virgen está obrando señalados prodigios en o con motivo Ezquioga, observándoseles por el lado que se quiera; y sin embargo, no se dan cuenta quienes, para creer en las Apariciones de la Santísima Virgen piden nuevos milagros.
¿En quién está el defecto, en la maravilla o en el que no la observa? El ciego que se aferra a que no ha salido el sol, porque no le ve, tiene acaso razón? Pues, ciegos son todos aquellos que, ante los éxtasis de los probados videntes de Ezquioga, insisten en que no ven la luz, cuando la luz está a la vista de todo el mundo.
Médicos con fe y médicos sin fe.
Aunque la ciencia médica no sea confesional, hay que reparar en que no puede estar al margen de los hechos que determinan los síntomas, el proceso, la curación y los resultados de las enfermedades, sino que se han de basar forzosamente en ellos para el estudio de las mismas.
¿Cómo es que en el desarrollo de las dolencias hay médicos que encuentran al Agente divino, que obra en ellas, y otros no lo ven jamás? Porque los primeros no cierran su entendimiento a la luz natural, mientras que los otros, a pesar de esa luz, que se difunde clarísima, los cierran para no verla.
De aquí el que aquéllos, cuando obra Dios en el cuerpo humano, que es siempre, digan que mediante las causas segundas; mas, sobre todo, cuando interviene directamente obrando milagros, reconocen los milagros; mientras que los que aprietan sus ojos para no ver, claro está que no los ven y se extrañan aún de que los otros crean.
Del médico al psicólogo y psiquiatra,
y del psicólogo y psiquiatra 
al teólogo  místico.
En todos estos asuntos, de suyo complejos, hay que guardar orden y método. Cualquier sandio y hasta cualquier hombre de ciencia particular, por el mero hecho de serlo, corre ávidamente a contemplar un éxtasis, creyendo que va a encontrar a seguida la cuadratura del círculo; y no piensan que el asunto de las visiones y revelaciones ha de estar intervenida forzosamente, so pena de no acierto, por médicos, psicólogos, psiquiatras y teólogos. Ni los unos ni los otros solos, sino conjuntamente; es a saber, aun cuando cada uno de ellos estudie separadamente un caso concreto, es preciso oír el parecer de los cuatro, para poder apreciarlo en toda su extensión, exactitud y diafanidad. Ni el teólogo sin el psicólogo y el psiquiatra, ni estos sin el médico, ni éste sin aquellos tres.
Primeramente, ha de intervenir el médico, y su estudio se ha de ceñir no a otra cosa que a los estudios de su carrera, esto es, a averiguar si el individuo es o no enfermo, y examinarle con la toma de pulso, observación del corazón, del ojo y de la sensibilidad, antes, en y luego del éxtasis; y sólo cuando haya proferido la frase: “Este caso es inexplicable para la ciencia médica”, entonces es cuando debe entrar el psicólogo para observar la normalidad de la mente del observando; y sólo cuando se le encuentre a éste alguna anormalidad es cuando debe entrar el psiquiatra para diagnosticar que clase de anormalidad es y si está en oposición a la tenencia de las visiones o si es o no manicomiable. Y sólo cuando el psiquiatra haya determinado que la mente es corriente, o levemente defectuosa, sin pasar a más, entra el teólogo místico, quien teniendo ya el camino allanado, pasa al estudio y examen de los éxtasis, las apariciones, visiones, revelaciones y la conducta de vida de los videntes, para dar la conclusión de la veracidad o no autenticidad de los mismos. Cuando el psicólogo dictamine que el sujeto tiene normal la mente, es ocioso que intervenga el psiquiatra.
Cualquier trabajo que de tales normas se separe, no solamente será inexacto e imperfecto, sino estará expuesto a cien errores. Trabajo que ha de practicarse con harta escrupulosidad e interés, a fin de que ningún cabo por atar quede.
¿Se obra generalmente así? Creemos que no. Sin embargo, nosotros en todo este Libro hemos procurado ceñirnos a las normas predichas.
—¿Qué cómo lo hemos conseguido?
—Trabajando mucho, hondo y firme. En los tres años, alrededor de 10.000 horas.
Cuando el 3 de Noviembre de 1932 fuimos a declarar ante el Juzgado de Instrucción de San Sebastián, —Cap. 24. Nuestro interrogatorio ante el juez— el juez, que ya tenía noticia del director psiquiatra de Santa Águeda, de la existencia de algún defecto leve mental de cierto vidente, internado allí; como si nos arrojara un capítulo de culpas encima, que fuera señal de su victoria y de nuestro oprobio, nos espetó lo siguiente:
Y Vd., sin conocer si los videntes son oligofrénicos, se mete a escrutar si sus visiones y revelaciones son así o asá…
—Comprendimos enseguida que ese garbanzo no se había cocido en el puchero del juez, y le respondimos: Esto creerá Ud., señor juez, que yo no conozco si los videntes son o no oligofrénicos. Tengo hechos estudios sólidos sobre la materia; y precisamente, días pasados, en Santa Águeda, un celebrado médico creyente y yo estuvimos discutiendo este mismo punto con los médicos psiquiatras de dicho manicomio que, ciertamente, contestaron inadecuadamente al punto a que el Sr. Juez se refiere. El oligofrenismo no impide la tenencia de visiones y revelaciones. Y, cambiando de tono y tema añade:
—A su perspicacia de Vd., no escapará que estas visiones y revelaciones no son tales.
—A mi perspicacia no escapa que entre el número de visiones y revelaciones de Ezquioga las hay que son apócrifas, pero las hay también auténticas, que no hay que confundir con aquéllas.
Puede que el juez, por las circunstancias, esperase a que negásemos en redondo las cosas de las cuales tenemos convicción absoluta de que existen y que sabemos distinguir de las diabólicas y naturales. Y esto solamente lo consigue una perspicacia puesta, muy cerca de tres años, sin hacer otra labor, al servicio de los Hechos de Ezquioga.
“Para apreciar bien, dice Spirago, —La Doncella Stigmatizada, id. Pág. 191—  casos como el de Konnersreuth (trata la estigmatización de Teresa Neumann) es menester saber algo más que medicina; ante todo debe estar uno muy al corriente de la ciencia mística. Es preciso a los médicos, en particular, que únicamente juzgan estos casos con sus normas puramente científicas, lo tengan muy en cuenta. Entre el público hay muchos también que forman su opinión acerca de los sucesos de Konnersreuth aun cuando no tengan la menor idea de cosas místicas. El que ha de determinar si un objeto es oro o plata, es preciso que conozca bien los metales preciosos, pues, de lo contrario, puede equivocarse fácilmente y hacer un papel ridículo ante los peritos.
Hasta el diario protestante Leipciger Neveste Nachrichten manifestó sobre nuestro tema: La competencia de la medicina en este asunto es discutible. El dictamen del médico carece aquí de valor, porque no afecta a la esencia del caso, pues no se trata de un fenómeno médico, sino religioso, y como tal, es fruto del Espíritu Santo y está sujeto al control de la Iglesia Católica, que hace muy bien en guardarlo y protegerlo”.
En general, los médicos, triste es decirlo, tratan de examinar estos casos con la prevención de las ciencias fisio-patológicas que, no sólo se apartan de Dios, sino que presumen explicarlo todo separados de la primera Causa y sin contar para nada con ella, lo cual, siendo absurdo —Véase nuestra Obra De Dios a la Creación, tomo I—, son absurdas igualmente cuantas explicaciones fundamentales sobre el origen del organismo y sus enfermedades pretenden razonar.
No creen en la suspensión de las leyes universales, en el milagro; y como las palabras “impostura” y “fraude” estarían en contradicción con los hechos demostrados en los éxtasis místicos, he ahí el que intenten hallar una explicación natural a los sucesos. Y todo es dar vuelta a estos hechos, aplicándoles razonamientos tan inverosímiles, que hacen desternillar de risa al sabio, pero que, después de vertidos, se quedan ellos (los médicos) tan orondos como si hubieran hallado solución a un imposible.
Pero, veamos, cuáles son los diagnósticos médicos sobre los éxtasis místicos y las explicaciones de los mismos, para que podamos rebatirlos con éxito.
El éxtasis místico sin dolor.
Entremos ahora, a tratar del dolor como síntoma de las enfermedades para la relacionarlo con los éxtasis de los videntes. Su estudio será como la antorcha que se lleva a mano en caverna obscura.
El extático, por razón de sus éxtasis —Capítulo 8-12— carece absolutamente de dolor. Ni dolor nervioso ni somático ni reflejo. Esto prueba que el éxtasis se haya fuera de las leyes naturales de la enfermedad. “El dolor, ha dicho Mr. De Rossiter,  —Guia práctica de la salud, por el doctor Rossiter, id.,— es para el cuerpo lo que la conciencia violada es para el alma. Es el amable aviso que la naturaleza da del daño inminente. El dolor, en cualquiera parte del cuerpo y especialmente en los diferentes órganos donde está interesado el sistema nervioso simpático, da ocasión a sensaciones de calor, pesadez, agobio, fatiga, constricción, opresión, ardor, estupor, inquietud, sensibilidad, comezón y punzada.
El dolor de un nervio craneal o espinal o que tiene origen en alguna parte de estos nervios, puede ser punzante, lancinante, fulminante, roedor, taladrante, palpitante y penetrante.
El dolor indica enfermedad. La ausencia de dolor en la enfermedad es un gran peligro, porque pueden ocurrir inadvertidamente graves alteraciones como sucede en muchas enfermedades orgánicas”.
Por esto, si nos objetáis que el extático puede no tener dolor y sí enfermedad, os responderemos que eso se conoce estudiando al extático, viéndose que por razón del mismo carece de síntomas ni efectos de enfermedad.
Se dirá que es ahuyentando o calmando el dolor, como se calma con narcóticos. Más los extáticos ni los conocen ni los emplean. En general y en particular ninguna de las enfermedades del sistema nervioso tiene puntos de contacto con los éxtasis.
El éxtasis místico con el sufrimiento y el dolor,  y sus causas y efectos:
Nueve cuadros seudo-patológicos
Vistos los seis y siete marcados hechos, declarados en el capítulo IV y que podíamos calificar de “éxtasis y raptos místicos dulces”, pero inexplicables a la ciencia médica; consideremos ahora, si puede explicar otros hechos más materiales, aunque complejos, realizados dentro de aquellos éxtasis y raptos.
Estamos ante unos extáticos, como los referidos en los capítulos IX —El Viernes s. de 1933 en Ezquioga Cap. 10, c)—  y XI —Un ejemplo aplastante, que Nª Señora intitula: “Más nuevas pruebas de mis Apariciones en Ezquioga”. Cap. 11, i)—. Examinados precedentemente, no se notan hereditarias taras. Todo en ellos es normal: el pulso, el corazón, el ojo, las funciones orgánicas y mentales.
Atendamos a lo que les sucede: Hemos visto que el éxtasis místico, por razón de sí mismo, carece de dolor. Vamos a ver, ahora, cómo hay éxtasis místico con dolor.
Cuadro primero: Presenciamos que los extáticos se quejan amargamente, desmedidamente. Sus ayes convulsivos son horribles: convulsiones y ayes que, antes, pero dentro del éxtasis, han anunciado claramente. Notamos que los brazos y las piernas y la cabeza, sin que nadie intervenga ni ellos mismos se toquen, se les va retorciendo, lenta pero decididamente, sin que ninguna fuerza pueda estorbarlo. Las retorceduras afectan a una vuelta entera, a entera y media y hasta dos vueltas completas. Se oye el crujir de los huesos y el descoyuntamiento de las articulaciones. El dolor, por supuesto, es inaudito y casi no se puede ser testigo de semejante escena. Ningún ser humano, por fuerte que se le suponga, podría aguantar normalmente más de media torcedura, sin desmayo y desplomamiento; y, no obstante, el extático en pasión, sufre este linaje de torceduras, sin síncope; sin caer a tierra, sin anormalidad del corazón, conservando bien las facultades mentales, extáticamente. Al cabo de minutos vuelve todo a su estado normal, sin consecuencias.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Otro cuadro: Al quejarse el vidente, en pasión, de un intenso dolor al cuello y llevarse la manos a él, hemos visto que un gran abultamiento carnoso le asoma por entre el chaqué y la cabeza, de forma que el extremo de tal abultamiento le llega a la mitad de ésta, el cual mide de 10 a 15 centímetros de alto por otros tantos de diámetro en su base. Asombrados, lo palpamos, lo medimos y lo examinamos, y no sólo es, al parecer, excrecencia carnosa, que minutos antes no existía, sino que son tejidos carnosos, con normal temperatura, rodeando al hueso, como prolongación de la espina dorsal. —Vean, ustedes, decimos a los circunstantes, que pasan de 30: Esto que debería ser un imposible, realmente no lo es.—  Todos asienten a nuestra observación. Mas, a poco, crece el asombro, cuando vemos y palpamos que todavía bajo nuestra mano aquel raro fenómeno, insensiblemente, pero de prisa se va reentrando hacia el lugar de donde debió salir, hasta quedar aquella región en estado perfectamente normal y sin las más ligeras consecuencias.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Tercer cuadro: Adelantando la hora, los propios videntes se quejan atrozmente de fuertes zurriagazos que les ministran; y en su acerbo dolor, llevan las manos al punto aquejado. Nadie les toca ni ellos mismos. Y, al terminar, examinado detenidamente el punto o los puntos de los invisibles zurriagazos, se observan marcadas moraduras, unas, y sanguinolentas, otras, pero recién hechas, cosa que denuncian el color y la temperatura corporal; y, aun cuando el organismo se halla naturalmente fatigado, al cabo de pocas horas, contra las leyes naturales, nada anormal de lo observado queda.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Cuarto cuadro: Ciertos movimientos, actitudes y frases de honda pena de los extáticos revelan que son martirizados con sendas espadas, y también con largos punzones encendidos, como de medio metro de largos. Termina la pasión, y examinado el sujeto afectado, se le aprecian, en la parte anterior y superior pectoral hendiduras de medio centímetro de diámetro por 25 milímetros de ancho, con sangre, unas, y cauterizadas otras, con cauterio recién hecho, cosa que el color, el olor, y la temperatura denuncian. Ysin ninguna consecuencia.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Quinto cuadro: Por las palabras de los videntes en pasión descubrimos que asisten a una visión del purgatorio. Es también cuando en esta ocasión exhalan un chirrido horrible, espantoso, ininterrumpido, de dos a tres minutos de duración, sin dar lugar a la respiración, parecido a trémolo de dos a tres notas agudas sonando a la vez, tan singular y descomunal que, acabando con un terrible y largo ¡ay! nos descompone y hiela de horror. Su término, que debería ser el síncope u otro accidente parecido, acaba sin ningún linaje de consecuencias.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Sexto cuadro: Uno de los más salientes fenómenos habidos en estas pasiones consiste en que los dos o tres videntes afectos a ellas simultáneamente experimenten iguales angustias, patenticen idénticas escenas de dolor, muestren parecidas facciones y hablen las mismas frases y hasta los mismos vocablos.  Como si uno o más invisibles agentes les atormentasen, a la vez, de forma que les obligasen a pronunciar idénticas locuciones y practicar iguales manifestaciones de terror. Se nota que sudan térmicamente, que llevan cardenales y que sangran alguna vez por el punto que manifiestan ser azotados o saeteados, pero sin consecuencia alguna.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Séptimo cuadro: Nos anuncia la vidente X que la Stma. Virgen la ha prometido que, en determinado día y hora, la dará a sufrir una fase, la más dolorosa de la pasión, consistente en que se le secarán los pies. Ignoramos la esencia de esta fase. Mas, en efecto, a la hora del día anunciado, ante varios testigos, quedando la vidente postrada en el lecho, sin estar ni por asomos enferma, y descalzos los pies, comienza a quejarse tan amarga y violentamente, que notamos que, sin que nadie la toque, al propio tiempo que se le retuercen los pies, los tejidos carnosos de éstos, se le van lentamente disminuyendo, pero sin que en ninguna región de la pantorrilla se le note acumulación de substancia carnosa ni engrosamiento de ningún linaje. Primero un pie, y luego el otro, van enflaqueciendo de tal modo que se muestran esqueléticos, como de piel forrados, algo así como de momia, mas con el color de vivo sano. Dura el fenómeno más de media hora, y la paciencia afirma que son tan acerbos los dolores que cree no poder resistirlos sin fallecer. Al cabo de aquellos minutos, lentamente los pies van adquiriendo la materia carnosa, hasta quedar perfectamente normales, desapareciendo, luego, el éxtasis, sin que rastro quede ni consecuencias.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Octavo cuadro: Nótese que durante las 21 horas de tormentos espantosos e indecibles, los videntes afectos no comen ni beben ni descansan. No evacúan ningún linaje de necesidad. No pronuncian palabras groseras, heterodoxas, desesperadas ni actitudes descompuestas e indecentes. Por el contrario, en medio de la violencia de los sufrimientos, que nos recuerda a la de los mártires, tienen paciencia, resignación, conformidad con la voluntad divina, oración y deseos de padecer más. Todo, sin consecuencias.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?
Noveno y último cuadro: Asistimos al éxtasis de un probado vidente, que se ha desplomado. Notamos que en tal circunstancia ejecuta actos que responden a una fuerza y celeridad extraordinarias. Se da golpes y porrazos tremendos, aun contra la cabeza, que deben determinar magullamientos y chichones enormes.  Sin que nadie visiblemente le mueva es arrastrado hacia debajo de la cama o del armario de luna, en posición para hacerse gran daño. Lo pretendemos sujetar de los brazos, y entonces, es cuando contrastamos la fuerza enorme que desarrolla.  Esta fuerza es anormal. Si nos descuidamos nos lleva contra la pared; y puestos allí, la secreta fuerza nos estruja de tal modo contra el muro que creemos nos va a reventar. Lo dejamos por imposible, quedando nosotros cansados, fatigados y casi sin fuerzas.
¿Qué hay aquí? El vidente no es epiléptico y rebosa perfecta salud. Es manifiesto que está intervenido por un agente misterioso. ¿Diréis, quizá, que es el demonio? Mientras el acceso le hemos exorcizado, y la prueba ha dado un resultado magnífico: Aquel agente ha desaparecido. ¿Objetaréis que es un caso de posesión diabólica? Y respondemos resueltamente que no; porque el vidente, durante el acceso, detesta al diablo, lleva el Crucifijo en la mano y se encomienda a Jesús y a la Virgen y no da las acometidas usuales en las posesiones diabólicas.
¿Qué es esto? ¿Puede la ciencia médica explicar todo esto?

“Este escrito será encontrado cuando se acerque la hora de Mi Reinado en España.”


Del Opúsculo: “Escritos Póstumos de la Sierva de Dios Madre María Ràfols”Documentos Hallados el Primer Viernes de Octubre de 1931 y el Día 29 de Enero de 1932.  (Con Aprobación Eclesiástica)
           Nihil obstat. Aloyslus Traglia S. R. C. Ass
      S. F. Subprom. Gen.
   Romae 27 Apbrihs 1932  

JESÚS, MARÍA, JOSÉ
Hace bastantes días que el Sagrado Corazón de Jesús me está insistiendo que escriba lo que es su voluntad y agrado para mayor honra y gloria de su Divino Corazón. Grandes han sido mis resistencias y repugnancias, y ya estaba decidida a no escribir jamás una letra si este Corazón Sacratísimo no me hubiera hecho ver con toda claridad lo mucho que le desagrado con esta desobediencia a sus mandatos. Yo le he presentado todas mis miserias y ruindades y le he dicho que a ver si una alma tan pecadora y tan baja como la mía era capaz de hacer nada bueno; a lo que me ha contestado mi Jesús: “Eso es precisamente lo que Yo quiero de ti; que te humilles, que reconozcas que no vales nada ni que tampoco eres capaz de hacer nada bueno, pues así haré mejor de ti lo que Yo deseo y te iré diciendo todo lo que quiero que escribas; olvídate del todo de ti misma y no atiendas más que a mis palabras.” Qué confusión la mía y cómo querría yo saber explicar con toda claridad la bondad y misericordia que este Sagrado Corazón tiene con esta miserable pecadora. No sé cómo puede haber almas que tengan miedo de darse a Él de lleno, pues sólo en esa Fuente de Misericordia y de Amorpodemos hallar remedio y consuelo para todas nuestras necesidades.
¡Cuántas cosas me ha hecho ver este Corazón Divino! ¡Pero cuánto tengo que vencerme para escribirlas! Si no fuera por darle gusto a Él, nunca jamás lo hiciera. Y no puedo seguir escribiendo lo que yo quiero para que todos sepan que esto no es mío, sino del Corazón de Jesús; porque no me deja Él y en estos momentos me está diciendo lo que voy a consignar.
“Hija mía, quiero, por mediación tuya, derramar grandes gracias a mis hijos los hombres y que esto que ahora escribes lo encontrará en el mes de Enero de 1932 una de tus Hijas, que es la designada por Mí para encontrar todo lo que tú escribas por mandato mío; pero esto que consignas ahora lo encontrará después de otros documentos que más adelante Yo te haré escribir para mayor gloria de mi Corazón y consuelo de tus Hijas y de todas las criaturas.
Mira, hija mía: tú no puedes comprender todo lo que voy a decirte, pero tampoco hace falta que lo sepas, pues Yo no te lo digo para ti, sino para otros Hijos míos, que llegará día que serán muy perseguidos y estarán muy dudosos y apurados con las luchas que les armará el enemigo, queriendo destruir la Religión y hasta mi dulce nombre de todos los ámbitos de la tierra.
Cuando llegue esta época, que empezará abiertamente en el año 1931, quiero que todos mis Hijos los hombres, que tanto me han costado, levanten su espíritu y pongan en Mí y en mi Madre Santísima toda su confianza. Soy el mismo de siempre, no he cambiado de condición; uso de la misma misericordia y caridad que cuando vivía en la tierra en carne mortal; mi Evangelio es siempre el mismo; pero, Hija mía, los hombres se olvidan de esto y muchos me desprecian y ultrajan. Yo, en cambio, estoy siempre dispuesto a olvidarlo todo, a no tener en cuenta sus ofensas, con tal que acudan a mi Corazón compasivo y misericordioso, llenos de contrición y de ilimitada confianza. Si fuera necesario que otra vez padeciese los tormentos de mi Pasión y muerte para salvarlos, cree, Hija mía, que lo haría. Tan grande es el amor que les tengo, que por una sola alma daría otra vez mi vida. No los he olvidado, Hija mía, y porque cobren buen ánimo y valor les hablo nuevamente por tu medio. Estoy dispuesto a derramar grandes gracias, sobre mi querida España, que tanto la ha de perseguir la masonería; pero quiero que no sucumban mis fieles Hijos; yo les ayudaré en todas las luchas y conmigo la victoria la tendrán segura. Hermoso es mi Evangelio y si tuvieran mucha fe no necesitarían que Yo les amonestara nuevamente para mantenerse firmes en la pelea; pero me compadezco de ellos, y por el grande amor que les tengo les hago saber por tu medio que Yo los sostendré en todo, que siento predilección por mi querida España, tan amada de mi Madre Santísima, y antes que perderse la fe en Ella, haría que desaparecieran los pueblos. Este escrito será encontrado cuando se acerque la hora de Mi Reinado en España; pero antes haré que se purifique de todas sus inmundicias. Menester es, Hija mía, que mi amor para con Ella sea infinito, pues de lo contrajo ya tenía motivos para haberlos abandonado. Son muchas las ofensas que he recibido y las que he de recibir, sobre todo de la mujer, con sus vestidos impúdicos, sus desnudeces, su frivolidad y sus perversas intenciones, con los que conseguirán la desmoralización de las familias y de los hombres, y ésta será en gran parte la causa de que se irrite la Justicia de mi Eterno Padre y se vea obligado a castigar a los hombres por lo mucho que se alejarán de Él y de mi Iglesia Católica y de los mandatos de mi Vicario en la tierra, y de los Divinos preceptos. Tanta corrupción de costumbres habrá en todas clases sociales y tantas deshonestidades se cometerán, que mi Eterno Padre se verá obligado, si no se enmiendan después de este llamamiento Misericordioso, a destruir poblaciones enteras, pues a tal extremo llegará la corrupción, que no se detendrán de escandalizar y pervertir a los inocentes niños pequeñuelos, tan amados de mi Corazón. No sólo en España, sino en todo el mundo reinará también cuando se encuentre este escrito, estos pecados… y lo que más me duele, que me ofendan, olviden y desprecien las almas que me están consagradas. ¡Cuánto amor siento por mis queridos Sacerdotes y Religiosos, y qué poco se esmeran en devolverme amor por amor! Para todos, Hija mía, hago este llamamiento; quiero que mis sacerdotes sean sal de la tierra; que sean santos, que vengan a mi Sagrario, que tan olvidado me tienen la mayor parte, sin acordarse que para ellos principalmente estoy en esta prisión de amor. Muchos no cuentan conmigo para nada, se olvidan de que soy la infinita Sabiduría; que los amo con locura, que quiero me tengan presente en todos sus actos; para eso les di ejemplo en todo y que sepan que sin Mí, nada pueden hacer. Que se acerquen con grande confianza a mi Tabernáculo santo, que los espero para enseñarles, para inspirarles, para comunicarles mi espíritu y después lleven la vida a las almas. Los quiero muy humildes, muy puros y castos; que no olviden nunca que mi mayor deseo es que se amen unos a otros como Yo los he amado desde un principio: y que las faltas de caridad son las que más lastiman mi Corazón. Que se cubran los defectos con la envoltura de la caridad, para no escandalizar al pueblo. Que el Santo Sacrificio de la Misa lo celebren con grande reverencia y amor. ¡Cuántas gracias retiro en este Sacrificio por lo mal dispuestos que llegan a Él mis amados Sacerdotes! ¡Y cuántas gracias recibirían si me visitaran con frecuencia en este mi Sagrario! También me ofenden mucho las irreverencias y faltas de respeto con que andan y están en el templo. ¡Qué pocos son, Hija mía, los que me aman de veras! Mi Corazón se vería muy contento si encontrase en ellos sus delicias. Me gustaría conversar íntimamente con mis amados Sacerdotes y comunicarles la luz de mi Evangelio; pues no todos los que lo leen lo entienden. Quisiera que todos correspondieran a los altos designios que les he confiado. Los he puesto para que sean la luz del mundo y me representen a Mí en la tierra y hagan el mismo oficio que Yo hice con las almas; de pacificadores y de intermediarios con el Padre Eterno y de conquistadores de esas mismas almas. Consigna también, Hija mía, que si soy para todos Padre Misericordioso y compasivo, lo soy muy especialmente para mis amados Sacerdotes: pero que no olviden nunca, que en el último día les pediré estrecha cuenta de sus almas y de las que a ellas les tengo confiadas. Que se amen unos a otros con amor y caridad fraternal, y que este amor, no se cansen de recomendarlo nunca a mis Hijos los Hombres.
Quiero también, Hija mía, que no haya en mi querida España una provincia, un pueblo, una aldea, un individuo donde no reine mi Sagrado Corazón. Ésta será la primera nación que se consagrará a mi Divino Corazón; pero no me contentaré con esta consagración general; quiero presidir los hogares, las familias, las cátedras, las oficinas, las Escuelas de los niños, los talleres, las cúpulas de los templos, y en todas partes quiero que mis queridos Hijos vean y veneren mi Imagen. Hasta en los montes por donde pasen los caminantes ha de estar expuesta mi Imagen. No se ha de constituir una familia donde no la presida mi Corazón. Estoy dispuesto a derramar muchas gracias, pero quiero que me las pidan con ilimitada confianza. Quiero que vengan a Mí todos los que sufren, todos los necesitados, todos mis Hijos desgraciados, los pobres pecadores. Con más vehemencia deseo Yo comunicarles mis gracias que ellos pedírmelas. Quiero, Hija mía, reinar en todos y cada uno de los hombres. En los Prelados, en los Sacerdotes, en las Comunidades religiosas y en todos los que lo deseen. Quiero también, Hija mía, que la fiesta de mi Corazón se celebre en toda mi iglesia Católica con la mayor solemnidad y esplendor que sea elevada a fiesta de precepto, y que comulguen todos los fieles. Deseo muchas comuniones reparadoras. También la fiesta de “Cristo-Rey”, que será instituida por voluntad Mía y a su debido tiempo por mi Vicario en la tierra, mi amado Hijo Pío XI; quiero que revista la mayor solemnidad y esplendor posible. Quiero que mi Reinado se propague por todo el mundo, pero en mi querida España ha de prender con mayor fuerza este fuego Divino y de aquello lo comunicarán por todo el mundo.
Mi Madre Santísima quiere a España con predilección y los dos la hemos de salvar si corresponden a nuestras gracias. Les hago estas comunicaciones, Hija mía, por tu medio, por pura Misericordia; llevado del grande amor que les tengo y de las muchas instancias que me hace mi Madre Santísima, a la que nada puedo negar y por cuyo conducto deseo que se me pidan todas las gracias. A nadie dispenso ninguna gracia si no pasa primero por mi Santísima Madre.
Mucho me ofenden también los hombres, Hija mía, por la poca caridad que se tienen entre sí: el rico quiere explotar al pobre, y el pobre se rebela contra el rico. No es ésta la doctrina que Yo enseñé; deseo que haya paz y unión y que se tengan grande caridad unos con otros. Muchos son también los que no quieren obedecer las disposiciones de la Santa Iglesia, de mi Vicario en la tierra, y muchos los que la persiguen y desean destruirla. No son respetados los Sacerdotes ni religiosos, que son la porción escogida de mi Iglesia, y todas estas ofensas las recibo Yo, porque es a Mí a quien las hacen. Deseo que todos se conviertan, y por mi parte no quedará, Hija mía; en Mí encontrarán infinita misericordia, pero deseo que hagan muchos actos de desagravios para aplacar la Justicia Divina irritada de mi Eterno Padre y por mis méritos obtener perdón y misericordia.
Deseo también que de todos los Seminarios se encarguen los Padres Jesuitas, y que con el mayor esmero, sin perdonar ningún sacrificio, formen con el mayor celo a los jóvenes, para que cuando lleguen a ser Sacerdotes sean verdaderos apóstoles Míos y lleven la luz de la fe, con su palabra, con su porte exterior, santos ejemplos y santidad de vida a todos las almas. Los Padres Jesuitas los han de examinar detenidamente, sobre todo en los tres primeros años de estudios, para ver si tienen verdaderamente vocación sacerdotal y esto les será fácil conocerlo estando como deben estar siempre con ellos, en las clases, en los recreos y en todas partes, y además, porque no les faltará mi protección y ayuda. Deseo que los sacerdotes sean un modelo vivo de mi Imagen y que todos propaguen la devoción a mi Divino Corazón. Quiero la reforma de mis Sacerdotes y cuando salgan de los Seminarios, después de acabar los estudios, siempre que tengan necesidad de algún consejo u otras necesidades, que encuentren entrada franca en los Padres Jesuitas, y les ayudarán en todo. Los Padres de la Compañía de Jesús han de ser siempre modelos de humildad y sencillez; muy amantes de los pobres, confiando siempre en mi Divina Providencia.
Con el tiempo habrá muchas almas que propagarán la devoción de mi Divino Corazón, y esto me será muy agradable; pero los que más lo han de hacer los Hijos de mi Compañía, que los he escogido Yo principalmente para esta obra tan de mi agrado. Por mi nombre y por mi causa serán en todos los tiempos y en todas las partes muy perseguidos, como lo fui Yo en mi vida mortal, y hasta trabajará el enemigo por hacerles desaparecer, rabioso del mucho bien que hacen a las almas; pero Yo te hago saber, Hija mía, y por tu medio a todos los hombres, que prevalecerán a pesar de sus enemigos hasta el fin de los tiempos, y las naciones y pueblos donde los acojan con cariño y buena voluntad, Yo las bendeciré grandemente y una de estas naciones deseo que sea mi amada España.
Quiero que todos los hombres vistan la insignia de mi Corazón Misericordioso, y a los que la lleven devotamente Yo les prometo grandes gracias de salvación eterna. Quiero que esta insignia se represente en todas partes con veneración hasta en la bandera de mi amada España, y esto lo han de tener como una de las más grandes que puedo dispensarles y como una prueba de que quiero que España sea siempre grande, y lo será si se mantiene firme en la fe que mi Apóstol Santiago plantó en ella y cuyo testimonio es y será siempre la Sagrada Imagen de mi Madre Santísima del Pilar, que quiero sea invocada de todos los fieles con el rezo del Santo Rosario y que vayan de todas partes a su Santa Capilla, establecida por mi Apóstol Jacobo en Zaragoza. La grandeza y nobleza de la nación dependerá de la fe y religión católica que haya en Ella. Si dejan perder la religión, quedará destruida. Les aviso por tu medio para que ninguno se llame a engaño y para que todos sepan el camino que deben seguir si quieren tenerme contento y labrar el camino de su felicidad eterna.”
Estoy en un martirio continuo. Sólo este Sagrado Corazón de mi Dulce Jesús sabe con qué repugnancia escribo estas cosas tan grandes y qué más quisiera sufrir toda clase de tormentos que escribir una letra; pero, por otro lado, es tanto lo que me insiste y tan grande la suave violencia que me hace, que no puedo dejar de cumplir sus mandatos aunque tenga que sufrir grandes tormentos. Él es el que me está dictando todo lo que escribo, sin saber lo que con esto se propone, ni deseo averiguarlo; pero sí deseo en todos los instantes de mi vida darle gusto en todo y no desagradarle jamás en nada, y le pido antes mil muertes que tener esta desgracia, para mí la más grande del mundo. Bien sabe este Sagrado Corazón que todo lo hago únicamente por darle gusto a Él solo.
“Escribe, Hija mía; a todos los que me invocaren y honraren devotamente los auxiliaré en todas sus necesidades. Los que deseen en poco tiempo mayor santidad de vida la obtendrán si me lo piden con fe por medio de mi Madre Santísima. Los que se esfuercen por vivir siempre en la llaga de mi costado, pero crucificados a las cosas del mundo y muertos a sí mismos por la mortificación continua, los haré partícipes aun en este mundo de los regalos de mi Divino Corazón. Los que deseen obtener el triunfo de sus obras y empresas, las encomienden a mi Corazón Misericordioso. Los que deseen obtener la conversión de los pecadores lo conseguirán de mi Corazón Misericordioso pidiéndola por mediación de mi Madre Santísima. Todos los que me pidan con viva fe, espíritu de oración, por intercesión de mi Santísima Madre, se les concederá mi Corazón Misericordioso. Nunca negaré ninguna gracia que se me pida por intercesión de mi Santísima Madre. Soy refugio de pecadores y atribulados y siempre que vengan a Mí, con amor y confianza, los acogerá mi Corazón Misericordioso y compasivo.
La desconfianza en mi misericordia es una de las faltas que más me hace sufrir. Todos los que vistan devotamente mi insignia recibirán mi especial protección a la hora de la muerte.”
“No temas, Hija mía, escribir todo lo que Yo te diga; antes que tú, escribieron por mandato Mío mis amados Hijos, Margarita Alacoque, Agustín Cardaveraz y Bernardo de Hoyos, y quiero por tu intermedio acelerar el cumplimiento de mis promesas en favor de mis Hijos los hombres.”
Cuánto me humillan estas mercedes tan grandes del Corazón de Jesús con esta pobre pecadora, y yo entiendo que la predilección tan grande que tiene con esta su amada Hermandad, después de su infinita misericordia, es por las almas tan santas y humildes que ha habido y habrá, a lo que me ha dicho el Corazón de Jesús:
“Sí, Hija mía; Yo te aseguro que hay y habrá almas muy puras y muy santas muy humildes en esta mi amada Hermandad, que pasan y pasarán completamente desapercibidas a los ojos de las criaturas y aun de las mismas Hermanas con quienes vivan, y no se hará mención de ellas para nada; pero en recompensa de tanta humildad y del grande amor que me tienen y me tendrán sin más fin que darme gusto en todo y teniendo en nada las cosas de la tierra; ya que cuando se encuentre todo lo que escribas por mandato Mío, no tendrán tus Hijas venideras ningún dato de la santidad de estas mis fieles Hijas para que se animen a imitarlas. Yo te iré diciendo para que lo consignes, las virtudes que quiero que practiquen y mostrarles mi Corazón Misericordioso para que aprendan de Él las virtudes y santidad de vida que ellas han aprendido.”
Grandes eran mis temores de que este escrito llegara a manos de algunas personas, pues yo sólo quiero ocultarlo todo y dejarlo a merced del Corazón de Jesús, y si es su voluntad que se descubra, así sea; pero si se pierde sin ser visto de nadie, tendré una alegría muy grande; mi mayor empeño es pasar olvidada de todas las criaturas en vida y en muerte, y sepultarme solamente en el Corazón de mi Dulce Jesús. A esta súplica me ha contestado el Corazón de Jesús:
“Hija mía, nada temas; no es mi voluntad que ahora se lea esto que te he hecho escribir, y aún después de tu muerte tardará muchos años a saberse; pero cuando llegue la hora. Yo inspiraré a una de tus Hijas que vaya a buscarlo al Archivo del Hospital de Zaragoza, donde quiero que lo escondas, y permanecerá invisible hasta el momento que Yo tengo ya señalado.”
Son incontables los beneficios que el Sagrado Corazón me ha dispensado durante los cuarenta días de retiro espiritual que he hecho por mandato suyo, y me sirven de grande humillación para mí al ver que siendo tan miserable y pecadora no se detiene el Sagrado Corazón en concederme tantas gracias. Esto sólo puede hacerlo su infinita Misericordia.
Durante este santo tiempo de retiro, se me ha manifestado muchas veces el Sagrado Corazón de Jesús muy triste por las ofensas que continuamente recibe de los hombres, por los sacrilegios que se cometen en las iglesias y se han de cometer por los años en que se encuentre este escrito, y también por la frialdad con que le han de servir los que se llaman cristianos. Yo me he ofrecido para sufrir todos los tormentos que Él tenga a bien enviarme con tal de aliviar algo a su Corazón Dulcísimo y evitar que los hombres le ofendan. Mucho le ha complacido este ofrecimiento y me ha manifestado que toda mi vida estará sembrada de cruces muy pesadas y dolorosas, pero que no tema. Él me ayudará a llevarlas con a1egría. Que quiere descansar en mi corazón, porque muchos le cierran la puerta, negándole la entrada. Y con semblante muy triste me ha dicho:
“Si al menos encontrase bien dispuestas a 1as almas que me están consagradas. Pero, Hija mía, muchos me tienen abandonado y prefieren sus gustos, su amor propio, la gloria propia, con lo que viven una vida muy terrena y su corazón está ocupado en esas mezquindades, y para Mí no hay entrada.”
También me ha manifestado el Corazón de Jesús que son sus deseos, que en los tiempos venideros, cuando hagan la Escolanía en Villafranca, hagan también junto a Ella un distrito separado de los parajes de las Escolanas, para que allí reúnan a las Hermanas que se sientan con vocación para ir a las Misiones (y si no hubieran voluntarias, la Presidenta General mandará las que en la presencia de Dios les inspire son aptas para esos ministerios), y que las formen los Padres Jesuitas; que las formen bien, instruyéndolas espiritual y materialmente, y que sean de virtud muy sólida, por lo que las tendrán por lo menos un año en esta Casa de formación, antes de que las destinen a las Misiones, para que en esa vida de apostolado no pierdan nada del espíritu y fervor que debe reinar en todas las de esta Hermandad.
Deseo y pido para todas mis Hermanas tan amadas del Sagrado Corazón de Jesús que se esfuercen todo cuanto puedan por tenerle siempre contento, que se olviden de sí mismas y no vivan más que para el Corazón de Jesús, y cuando se encuentre este escrito, que presiento habrá así como ahora la estamos pasando, grande persecución religiosa, en vez de comentar o relatar con otras personas, la conducta de los perseguidores y quejarse, levanten el corazón a Dios y redoblen la oración y sacrificios pidiendo al Corazón de Jesús la conversión de los perseguidores de la Religión, el triunfo de la Santa Iglesia, fortaleza para el Vicario de Jesucristo, que será muy perseguido, y grande paciencia y constancia para todos los cristianos, Sacerdotes y Religiosas, para no sucumbir un punto y sufrir hasta morir, si es preciso, por defender el Nombre de Cristo. Sepan aprovecharse de ese tiempo de prueba, que es tiempo de gracia y bendiciones, y tengan a grande honra el ser perseguidos y despreciados por el Santo Nombre de Jesucristo y por su causa, pues así se parecerán más a Él en esta vida y después también estarán más cerca de Él en la eterna. Se esfuercen por manifestarle en esas circunstancias mayor amor y delicadezas en todos sus actos, aún en los que de suyo son indiferentes, y de esta manera suplirán e1 desamor y olvido que le tienen la mayor parte de los hombres.
No se acobarden cuando presencien estas tribulaciones que les anuncio; el Señor es Omnipotente, y si quisiera podía muy bien confundir a todos los enemigos en un instante, de manera que si no lo hace es porque no nos conviene; porque Él busca siempre nuestro bien espiritual, aunque a nosotros nos parezca lo contrario, y también porque las tribulaciones y sufrimientos de las almas buenas desarman y aplacan la Justicia Divina, irritada por los pecados y desórdenes de los hombres. Tengan todas, buen ánimo y no confíen más que en el Corazón de Jesús y en la Virgen Santísima, que nunca las abandonará si son fieles en acudir a Ellos. También nosotras somos muy atribuladas y perseguidas de las criaturas, pero estando bien con Dios, nada del mundo es capaz de robarnos la paz del alma, ni desanimarnos, por nada pasajero; toda nuestra confianza la tenemos en el Corazón de Jesús y estamos seguras que todo lo que nos venga será por permisión Suya y para nuestra mayor santificación. No teman perder las cosas materiales, que nada valen; teman perder las espirituales, que son las que nos han de salvar y las únicas que debemos tener en grande estima. Tengan grande confianza, que todo pasará, y aunque les parezca que el Señor duerme, está siempre en vela y cuando Él diga basta, todos los enemigos quedarán confundidos. El arma más poderosa que pueden emplear para conseguir la victoria, será la reforma de costumbres, la oración y el rezo en común, y que se reúnan los fieles y hagan rogativas y otras devociones con los brazos en cruz; y otro medio muy poderoso será el que recen el Santo Rosario en familia.
Que el Corazón de Jesús las bendiga y gobierne todas sus acciones y se hagan muy santas, pide todos los días.
Hermana María Ràfols. —Rubricado.
Huesca, 1º de Julio de 1836.

***

Día treinta y uno de Julio.
Después de comulgar y dar gracias estaba yo pensando como de costumbre, en los muchos ultrajes que hicieron al Santo Cristo Desamparado, y me ofrecí a mi Dulce Jesús con toda mi alma para sufrir todo lo que Él quiera con tal que mis padecimientos sirvieran para desagraviarle algo de los que recibió entonces y recibe todos los días de tantos pecadores como le ofenden. Y con toda claridad me ha dicho el Corazón de Jesús para que lo consigne:
“Hija Mía, en los tiempos venideros, cuando esta Imagen mía esté a la veneración de los fieles, me habrán hecho grandes profanaciones en muchas imágenes mías, de mi Madre Santísima y de los santos; pero como amo tanto a les hombres y deseo tanto su salvación, que por sola mi Misericordia Yo haré resucitar de la tierra esta Imagen mía para que en Ella me desagravien de tantas ofensas y sacrilegios: quiero muchos actos de reparación y me serán tan agradables estos actos de reparación y desagravios que me hagan ante esta Imagen, que Yo derramaré grandes gracias a todos los que con verdadera fe y humildad y contrición acudan a Mí. Mi Padre Eterno se complacerá mucho siempre que se le adore y venere haciendo interiormente actos de contrición por sí y por los pobres pecadores.”
Me dio a entender también mi Dulce Jesús en este mismo día, que este robo sacrílego lo cometieron en la madrugada de aquella noche tan memorable, o sea el día 14 de Septiembre 1809, y que los Religiosos Dominicos a nadie dieron parte por temor a que hicieran mayores robos y sacrilegios, porque en aquellos años se hacían muchos robos en las iglesias. Desgraciadamente, también ahora se han hecho y se hacen muchos. Los Religiosos Dominicos sintieron mucho perder dicha Imagen, pues la tenían en mucha estima y veneración, por habérselas regalado un personaje gran siervo de Dios, muy adicto a la Orden de Predicadores.
También quiere mi Jesús que cuando se edifique el templo en Villafranca le dediquen una Capilla a esta Imagen, colocándola en el centro sobre una cruz grande, y no han de colocar en ese altar ninguna otra Imagen; pero ha de estar en tal forma que los fieles puedan verla y adorarla. De tal forma ha de estar hecho el relicario, que no lo puedan coger, porque me inspira el Corazón de Jesús que los perseguidores de la Religión, al ver los portentosos milagros que por mediación de esta Imagen se obrarán, intentarán robarla nuevamente. De modo que han de procurar que esté bien sujeta y resguardada por medio de un cristal recio. La podrán sacar del relicario o camarín, los días de Viernes Santo, catorce de Septiembre y el día quince de Noviembre, y siempre que el señor Obispo de Barcelona lo crea de utilidad para el bien de las almas. Como, por ejemplo, en tiempos de ejercicios, peregrinaciones, etc. Cuando se saque esta veneranda Imagen del relicario para adorarla, que la adoren de rodillas y que esté Bien custodiada por sacerdotes.
La Imagen de la Virgen del Pilar la deben poner también, en forma que los fieles la puedan adorar a semejanza de la de Zaragoza.
Pidan todos y cooperen en lo que esté de su parte para que el reinado del Corazón de Jesús venga pronto a su amada España; tan pronto como Él lo desea, y después trabajen todos los habitantes de esta nación en cooperar cuanto puedan para que reine también cuanto antes en todo el mundo, pues los que de veras aman a Dios no se contentan con amarle ellos solos, sino que trabajan para que no haya una alma, si fuera posible, que deje de conocerle y amarle, y de esta manera será para todos muy fructuosa la Redención de nuestro Divino Salvador.
Lo que más desea este Sagrado Corazón es que se Le adore en el Santísimo Sacramento de su Amor, y para que todos los fieles lo puedan hacer sería muy conveniente que los días festivos y aun con más frecuencia hubiera en las Parroquias y Comunidades Religiosas, una hora de Exposición del Santísimo, donde deben cantar alguna alabanza todos los fieles, con lo cual se encenderá en sus almas el fuego del Divino Amor; y antes de reservar darán la bendición a los fieles. Mucho le agradaría esta práctica al Corazón de Jesús, porque sus mayores delicias son vivir entre los hombres. Además, una hora de tiempo se pierde en cualquiera parte, y en cambio para visitar a Jesús Sacramentado, que es donde encontrarían remedio en todas sus necesidades, lo tienen la mayor parte de los hombres casi siempre olvidado y abandonado.
Sólo el Corazón de Jesús sabe la violencia tan grande que he tenido que hacerme para cumplir sus mandatos de escribir todo lo que me ha dicho, y aún no se acaba este martirio para mí, pues en estos instantes me está diciendo que este tiempo de mi destierro, como podré estar más unida con Él y libre de las terrenas ocupaciones, quiere que en los ratos que me lo permitan mis ajes, pues de ordinario estoy enferma, escriba un tratadito pequeño para Religiosas y principalmente para mis Hermanas en Religión.
Al recibir estos nuevos mandatos del Corazón de Jesús, que tanto me mortifican, he hecho el propósito de olvidarme del todo de mí misma y hacerme cuenta que soy un instrumento suyo sin ningún valor, para que haga de mí lo que quiera. Yo sólo deseo su Divino Amor y que todo sea para su mayor gloria.
Con toda claridad me ha manifestado el Corazón de Jesús que quiere que este escrito se lo muestren al Santo Padre cuando lo encuentren.
Hermana María Ràfols.
Santo Cristo Desamparado_Zaragoza
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